Tomás de Torrequemada y la Inquisicion española

Algunos lo han considerado un monstruo al servicio de Dios, incluso otros como azote, como plaga. ¿A quién no le suena el nombre de Tomás de Torquemada?, ¿y si lo unimos al escenario de la Inquisición?. Torquemada era un dominico, curiosamente de ascendencia judía por parte de su abuela, que se había convertido al cristianismo al casarse, el máximo inquisidor general.

Había nacido en Valladolid en 1420, y desde joven ya profesó vocación eclesial. No en vano su tío era el teólogo Juan de Torquemada, quien ayudó a Tomás a que entrara a formar parte de la orden dominica. De monje de esta orden pasó a prior del Monasterio de la Santa Cruz de Segovia, y de ahí, a los 63 años, a Gran Inquisidor.

Tomás de Torquemada fue además el confesor de la reina Isabel la Católica desde la niñez de esta. Precisamente fue Isabel, ya como reina, quien nombró a Torquemada en 1483 Inquisidor General de la terrible Inquisición española.

Me imagino que sabéis en qué consistía la Inquisición, ¿no?. Los Reyes Católicos, tras la expulsión de los moriscos, no se fiaban mucho de los judíos por aquella época, ya que su lealtad al Estado era un tanto sospechosa. De ahí que había que crear un cuerpo que estuviera al tanto de las conversiones al cristianismo de estos judíos.

A tanto llegó la desconfianza que, el propio Tomás de Torquemada, proyectó la expulsión de los judíos de España en 1492. La Inquisición se encargaba de vigilar a los judíos y musulmanes que se habían convertido al crstianismo para que no practicaran en secreto sus antiguas religiones. A los que no cumplían las normas eran condenados a la hoguera.



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